Participó activamente de las revoluciones radicales acontecidas en los años 1890 y 1893, integrándose en la Unión Cívica que daría origen a la Unión Cívica Radical, siendo uno de los pocos miembros de la oligarquía argentina en integrarse a las tareas de un partido popular. Allí trabó amistad con personalidades como Leandro N. Alem y Hipólito Yrigoyen, siendo secretario del primero y padrino de armas del segundo. Cuando Yrigoyen asumió la presidencia luego de la reforma electoral gracias a la ley Saenz Peña, nombró a Alvear embajador en Francia. Terminado el mandato Yrigoyen le dio su apoyo para presidir el comité de la UCR, y así sucederlo en la presidencia de Argentina. Alvear fue electo presidente mientras estaba radicado en Francia. Pero al poco tiempo se produjeron internas en el radicalismo, quebrándose la relación entre Alvear e Yrigoyen.
Marcelo Torcuato de Alvear fue electo el 12 de junio de 1922 y asumió la presidencia de Argentina el 12 de octubre de 1922, pero su gabinete provocó una mala impresión entre muchos radicales, ya que casi ninguno de los ministros era partidario del expresidente, aunque se trató, en la mayoría de los casos, de personalidades de reconocida capacidad intelectual. Ciertos nombramientos de ministros resultaron sorpresivos, como fue el caso del almirante Manuel Domecq García, ferviente represor de las manifestaciones en huelga durante el gobierno de Yrigoyen, como así también el nombramiento del general Agustín Justo. El 1 de mayo de 1923 Alvear leyó el discurso presidencial. Su oratoria sería la excepción al paradigma "amigo-enemigo", que estuvo siempre presente en los discursos políticos de 1916 a 1986.
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