El 2 de abril de 1916 se realizaron
por primera vez en la historia argentina, las elecciones presidenciales
mediante el voto secreto. La UCR obtuvo 370.000 votos,
contra 340.000 votos de todos los demás partidos y en el Colegio
Electoral su fórmula se impuso por un voto. Comenzó así un
largo ciclo de 14 años consecutivos de gobiernos radicales. La UCR ganará las
elecciones presidenciales en tres ocasiones sucesivas: Hipólito Yrigoyen (1916-1922), Marcelo T. de Alvear (1922-1928), y
nuevamente Hipólito Yrigoyen (1928-1930). La serie de gobiernos radicales será
violentamente interrumpida mediante el golpe militar del 6 de
septiembre de 1930.
El primer gobierno de Hipólito Yrigoyen (1916-1922)
El gobierno de la Unión
Cívica Radical significó la llegada al gobierno y a la dirección de los
organismos estatales de integrantes de los sectores medios que hasta ese
momento estaban excluidos de hecho de esas funciones.
La primera presidencia de
Hipólito Yrigoyen impulsó una serie de políticas de nuevo tipo que en conjunto
señalaban una tendencia nacionalista transformadora, entre las que se
destacaron la creación de la empresa petrolera estatal YPF, las nuevas leyes rurales,
el fortalecimiento de la red pública de ferrocarriles, la Reforma Universitaria
y una política exterior fuertemente autónoma de las grandes potencias. En
materia laboral impulsó algunas leyes obreras como la ley de la jornada de 8
horas y la ley de descanso dominical, e
intervino como mediador neutral en los conflictos entre sindicatos y grandes
empresas, pero durante su gobierno sucedieron las grandes masacres obreras de
la Semana Trágica y los fusilamientos de
la Patagonia, con miles de trabajadores asesinados. El historiador Halperín
Donghi explica que los gobiernos radicales resolvieron el problema del
equilibrio regional en Argentina, pero y como consecuencia de ello, al mismo
tiempo llevaron a un primer plano los desequilibrios sociales, para los cuales
el radicalismo carecía de soluciones de fondo, al ignorar sistemáticamente las
diferencias de clase. El radicalismo, durante el primer gobierno de Yrigoyen,
estuvo en minoría en el Congreso: en la Cámara de Diputados 45 miembros eran
radicales y 70 opositores, mientras que en el Senado sobre 30 miembros solo 4
eran radicales. A pesar de ello Yrigoyen mantuvo una actitud antiacuerdista y
poco proclive al diálogo y la negociación, no solo con los partidos
tradicionales conservadores que controlaban el Senado, sino también con los
nuevos partidos populares que adquirieron protagonismo a partir del voto
secreto: el Partido Socialista y del Partido Demócrata Progresista. Asimismo,
Yrigoyen llevó adelante una sistemática política de intervenciones a las
provincias y un estilo de conducción personal y directa, que sería criticado
severamente por sus opositores tanto dentro como fuera de la UCR.
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